Armenia, con una superficie de 29,743 km2 y 3 millones de Hbts., y Azerbaiyán, territorial y poblacionalmente 3 veces más grande -86,600 Km2 y 10 millones de Hbts.-, países de la región del Cáucaso -separa a Europa del Este y Asia occidental-, han reavivado el conflicto de 1991.
Armenia, con una mayoría cristiana, y Azerbaiyán, con musulmanes chiitas, se disputan la fronteriza región de Nagorno-Karabaj, un territorio montañoso de 4,400 km2, cuya población, abrumadoramente de origen armenio, sigue siendo parte del territorio reconocido como soberanía azerí; sin embargo, la realidad es que Nagorno-Karabaj, en 1994, luego de la guerra entre los dos países -que dejó 30,000 muertos y un millón de desplazados-, declaró su independencia como un tercer Estado, manteniéndolo hasta la fecha de facto, es decir, de hecho, pues de iure (de derecho) es reconocido internacionalmente como parte de Azerbaiyán.
No se sabe con certeza si fue Bakú o Ereván -las capitales de Azerbaiyán y Armenia, respectivamente-, el que lanzó el primer disparo el último domingo, pues manteniendo una relación dominada por las animadversiones recíprocas, conocerlo poco podría aportar.
La complejidad vecinal por el territorio en disputa es una muestra palpable del daño ocasionado por las imposiciones políticas de la ex Unión Soviética que incorporó a ambas repúblicas como parte de su ciclópeo territorio luego de acabar con el régimen zarista de Nicolás II, en 1917.
Al producirse el desmembramiento soviético (1991), Moscú ignoró la realidad histórico-cultural en Nagorno-Karabaj, de población abrumadoramente armenia, volviéndola región autónoma pero dentro de Azerbaiyán, y que al decidir incorporarse a Armenia, desencadenó el conflicto. Geopolíticamente, se trata de una ruta para sacar el gas hacia otras partes del mundo.
Por eso, Rusia seguirá apoyando a Armenia, y Turquía a Azerbaiyán, que también contará con EE.UU., pegado a las resoluciones de la ONU que manda la liberación de los territorios ocupados. Irán, vecino de los dos comprometidos, y chiita como Bakú, aportará a discreción para no dañar su vinculación con Moscú, que ha cerrado filas con Ereván. Complicado.