Uno. La Navidad trasciende toda explicación racional, porque el Dios hecho hombre va más allá de cualquier reflexión intelectual. Se trata de una locura de Amor y solo puede comprenderse bajo el prisma de la caridad. Permítanme, sin embargo, señalar una de sus infinitas consecuencias. Nuestro país fue fundado por el cristianismo. El Perú existe por el cristianismo. No se comprende sin la impronta de la Iglesia Católica y nuestra historia está profundamente ligada al hecho cristiano. El cristianismo ha servido de elemento de cohesión, ha sido el gran factor de unidad nacional junto con el idioma castellano. Pero la unidad espiritual explica la continuidad de la peruanidad. Por eso, porque la peruanidad existe y se prolonga en el tiempo, el factor de unidad debe ser mantenido, no combatido. Si decae el cristianismo el Perú desaparece. El país se hundiría irremediablemente en la polarización y la segmentación propia de la lucha de clases.

Ahora que el marxismo ha consolidado su alianza con el liberalismo hedonista el gran peligro cultural se ha consolidado en un proyecto político. Que el niño Dios, luz de unidad para todas las naciones, proteja al Perú, escindido bajo el fuego destructor de las ideologías.

Dos. El cristianismo es perseguido por todo el orbe. Culturalmente, plataformas de entretenimiento famosas se afanan en insultar a los cristianos y la persecución cultural pronto da paso a la persecución física. El objetivo es eliminar al cristianismo de la esfera pública y empujar a la Iglesia a las catacumbas. Esto ha sucedido muchas veces a lo largo de la historia y, en el caso peruano, el jacobinismo del novecientos está retornando con fuerza. Tres. ¡Feliz navidad queridos amigos! ¡El niño Dios vive entre nosotros!