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Mientras la clase política pone en agenda la disputa entre el Ejecutivo y el Legislativo por el adelanto de elecciones, las penurias de Keiko Fujimori, el caso Odebrecht y el tema del aeropuerto Chinchero, el Perú que nadie ve tiene otros intereses. Hace poco un paro de 48 horas de agricultores ha convulsionado el Valle de los Ríos Apurímac, Ene y Mantaro (Vraem). Cerca de 20 mil productores protestan en las plazas de algunas ciudades como Pichari en busca del diálogo con el Gobierno para suspender la erradicación de la hoja de coca en la zona.

El Vraem es uno de los lugares más postergados y olvidados del país. Hace poco se conoció que en el hospital de San Francisco, Ayacucho, utilizan tinas de plástico y bolsas de agua caliente para que los bebés recién nacidos puedan tener calor y no pierdan la vida.

Por supuesto, los congresistas no han perdido la ocasión de adquirir protagonismo. “Me solidarizo y apoyo la causa justa de los agricultores y la medida de protesta. Ellos piden que el Gobierno los escuche, que la presencia del Estado sea real, contundente y de desarrollo”, dijo el ayacuchano Joaquín Dipaz. “Un paro de agricultores es una expresión social ante la incapacidad del Estado, del presidente Martín Vizcarra, que anda distraído en otras cosas. El Gobierno debe generar un desarrollo sostenible, promoviendo una gestión eficiente en agricultura, inclusión financiera y tecnología”, manifestó el parlamentario de Junín Federico Pariona.

Se han escuchado gritos de “Coca, vida o muerte” o “Viva el paro cocalero, todos somos una sola fuerza”. Esperamos que no se llegue a la violencia y que el Gobierno no se limite a usar la fuerza para erradicar la hoja de coca desde el 1 de noviembre. Es fundamental impulsar cultivos alternativos, dar asistencia técnica e invertir económicamente en el Vraem.