En esta columna escribo sobre educación. No obstante, en esta oportunidad siento la necesidad de decir algo sobre el proceso electoral que estamos viviendo.

Estando con mi esposa exonerados de votar, en ningún momento se nos cruzó por la cabeza no sufragar. Muy temprano nos dirigimos al parque donde estaba nuestra mesa de votación. Grande fue mi sorpresa al encontrar que muchas mesas no se habían instalado porque sus integrantes no fueron, y los convocados éramos adultos mayores. Fue una espera larga hasta que 3 jóvenes aceptaron esta responsabilidad ciudadana ¿Por qué los directivos de la ONPE no previeron esta situación?

Luego regresamos a casa para seguir las noticias sobre el proceso. “Los resultados a boca de urna” estaban previstos para las 7 pm. Antes de esa hora llegaron a casa los nietos (niños de 10 y 12 años), quienes acaparaban la conversación con sus expectativas relacionadas con los candidatos y eran los más emocionados por conocer los resultados, lo cual seguramente ha ocurrido también en muchos hogares. Me pregunto: ¿En las clases a distancia de los colegios habrán tratado antes y después del 11 de abril sobre este importante tema de “la ciudadanía cívica” como un aprendizaje sustantivo del currículo escolar?

En varias reuniones comenté que Castillo era un político experimentado que podía tener buena votación ¡Pero sin prever el resultado que obtuvo! También que la campaña de Fujimori la veía bien planteada y articulada, pero que tenía dudas sobre su paso a la segunda vuelta.

Espero que el voto en el nuevo acto electoral sea “bien pensado y emitido con responsabilidad” teniendo como horizontes la salud física y emocional (atención urgente a la pandemia), la prosperidad económica, la ciudadanía democrática, la equidad, y nuestros valores republicanos. Y una educación reformada, moderna, de calidad e inclusiva con realizaciones y menos discursos.