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Ricardo Gareca continuará siendo técnico de la selección peruana por los próximos tres años. Si hay algo innegable en esa realidad es que se trata de una buena noticia. Su trabajo fue responsable, serio y metódico, y nos colocó en una posición con la que incluso se nos hacía difícil soñar durante más de tres décadas. Su continuidad era lo más sensato que le podía ocurrir al fútbol peruano. De más está reparar en si ninguna otra selección pretendió al argentino, si nadie lo quiso contratar, si Perú fue el único candidato. Lo concreto es que Gareca está al frente de Perú y eso es bueno para nosotros, en aras de la continuidad de un proyecto.

En lo que sí cabe reparar es en el contexto en el que esta renovación se da, con una coyuntura nefasta que vincula al presidente de la Federación Peruana de Fútbol (FPF) con un caso de supuesto tráfico de influencias. Audios que se propalaron semana a semana, cada uno más denigrante que el anterior, y un director de selecciones -responsable principal de que Gareca continúe en Perú- asqueado por la situación.

Aun así, que Gareca haya renovado no está vinculado al hecho de que Oviedo haya podido cometer un delito. Ya existía la idea de crear una pared entre los problemas del presidente de la FPF y la selección, algo que de por sí ya se mostraba como inviable, pero que, a fuerza de preservar el proyecto, por lo menos permitía ser considerado. Lo que no estaba en el presupuesto era que se pretenda mirar a un costado o desconocer lo que está pasando. En ese punto, Oblitas fue, cuando menos, más directo. En el caso de Gareca, su esfuerzo por desmarcarse del asunto lo terminó vinculando mucho más.

Si en medio de las interrogantes por la delicada situación de Oviedo, optas por citar a Jesús (“Quien esté libre de pecado, que arroje la primera piedra”) es porque alguna percepción tienes sobre el asunto. Argumentar que la sociedad y los medios están acostumbrados a acusar de manera muy ligera y recurrente es mostrar, al menos en una pequeña medida, tu postura. Pero si además de eso pretendes decir que tu trabajo solo está vinculado a lo futbolístico y miras a otro lado cuando el máximo dirigente del fútbol peruano, el mismo que te contrató, está metido en semejante problema, hay algo que no cuadra.

Lo concreto es que Gareca ya renovó con Perú y solo queda esperar que alcance la tranquilidad con la que tanto ansía trabajar. En ese trance, Juan Carlos Oblitas será vital, ojalá Ricardo Gareca logre convencerlo -ahora él- de continuar.

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