Cuando las vacunas contra el COVID-19 iban llegando al país y los peruanos comenzábamos a ver la luz al final del túnel luego de 100 mil muertos en diez meses y una economía colapsada, tenía que aparecer el affaire de los antivirales en que ha quedado claro que un grupo de funcionarios públicos de dos gobiernos se valieron de sus cargos para ponerse primeros en la lista de las personas a ser inmunizadas con las dosis producidas por el laboratorio chino Sinopharm.

Mientras los médicos, enfermeras y policías morían tras haberse contagiado cumpliendo su sagrada labor, y en la misma época en que miles de peruanos perdían la vida o clamaban por una cama UCI o por un balón de oxígeno, en Palacio de Gobierno y algunas entidades públicas había personajes poniéndose a buen recaudo, salvándose a diferencia de los que hacían cola, moribundos, en las puertas del Loayza, del Dos de Mayo o del Hospital de Vitarte.

El primero fue el propio expresidente Martín Vizcarra, quien al lado de su esposa y su hermano se puso a salvo antes que cualquiera. Sin duda el exmandatario pasará a la historia por eso y por la manera tan burda en que ha querido ocultar su patética y artera conducta. Anoche los peruanos hemos sabido también que Pilar Mazzetti, hasta hace pocos días ministra de Salud, fue otra de las que se vacunó por lo bajo, mientras los ciudadanos de a pie morían. Solo cabe la indignación.

En este gobierno hemos visto también el caso de la ministra de Relaciones Exteriores, Elizabeth Astete, quien a la luz del escándalo tuvo que admitir que se inoculó la vacuna a fines de enero último “porque no podía darse el lujo de enfermarse” mientras negociaba la llegada de las dosis chinas. Habría que preguntar a la embajadora si es que cree que su vida o su salud valen más que la de cualquier médico, enfermera, policía o ciudadano de a pie. Los peruanos no merecíamos esto. Luego de tanto dolor y frustración como producto de esta brutal pandemia, era el momento de tener algo de esperanza. La llegada de las vacunas era un respiro. Sin embargo, han aparecido estos personajes para echar un balde adicional de barro al fango ya acumulado, para devolvernos a la realidad, para hacernos recordar que estamos en el Perú de Pepe el Vivo, donde el poder se usa para beneficio propio… y los demás que se frieguen.