Como preparación para recibir estas Fiestas Patrias, quisiera reflexionar un poco sobre cómo podemos ser mejores ciudadanos. En el centro de la ciudadanía se encuentra la capacidad y disposición para participar en la búsqueda del bien común. Aprender a convivir de manera pacífica y productiva es un reto en cualquier sociedad, pero en una tan diversa como la nuestra puede resultar una tarea titánica. Sin embargo, hay una habilidad que puede ser el hilo conductor del desarrollo ciudadano que se puede aprender a cualquier edad: se trata de la empatía.
La empatía es la capacidad de ponernos en los zapatos del otro. Va mucho más allá de “sentir por”. Cuando tenemos empatía, “sentimos con”. Para desarrollarla debemos profundizar en la comprensión de los demás, interesarnos por los otros, aprender a escuchar sin juzgar y leer su lenguaje no verbal. Además, debemos valorar la diversidad y aprender a moldear nuestra forma de comunicarnos de acuerdo con las necesidades y sentimientos de los demás. Y es que la empatía requiere que levantemos nuestra mirada y nos encontremos con nuestro prójimo, sea quien sea, de la edad que sea, con entusiasmo y ganas de conectar.
Podemos preguntarnos ¿por qué voy a hacer el esfuerzo de empatizar si los demás no lo hacen? Si doy el ejemplo y cedo el pase, pero nadie me cede el pase a mí, ¿por qué seguir haciéndolo? Existen muchos beneficios sociales y psicológicos de practicar la empatía. Para comenzar, cuando actuamos con empatía activamos una regla fundamental social: la reciprocidad. Si bien algunas personas podrán no responder a esta regla, la mayoría sí lo hará, creando así un círculo virtuoso de bienestar. Aprovechemos estas Fiestas Patrias para reconectar con nuestra empatía y activarla a favor de la ciudadanía. Hagamos la prueba de dar pase a alguien, ¿no se siente uno mejor? ¡Construyamos juntos un Perú más amable!