Para los que aún sueñan con el nefasto “papá Estado” y con empresas públicas en todos los sectores como electricidad, transporte, telecomunicaciones y hasta producción y venta de alimentos básicos como fue hasta inicios de los años 90, ahí tienen ante sus ojos el desastre en que se ha convertido la estatal Petroperú en manos de un gobierno de delincuentes, sinvergüenzas e ineptos como el de Pedro Castillo y toda la gente que lo rodea.

La petrolera estatal es el típico caso de manejo politizado e ineficiente de una empresa pública. Lo vimos con el nombramiento de Hugo Chávez como gerente general contra la opinión del entonces ministro de Energía y Mina –luego echado del cargo–, para luego renunciar en medio de un escándalo en que aparece la figura de Karelim López, la engreída de Palacio de Gobierno, todo esto aparte de los casi 14 mil millones de soles que la compañía ha perdido en los últimos nueve años.

Lo de Petroperú es escandaloso, pues para empezar Chávez, el gerente general de máxima confianza del mandatario y de Bruno Pacheco, fue “seleccionado” como responsable de la gestión de la mayor empresa pública por un oftalmólogo chotano dueño de una clínica a la que acudía el profesor Castillo cada vez que se sentía mal de salud. Desde allí se explica el desastre que tendremos que pagar todos los peruanos por esta compañía absolutamente deficitaria y de dudoso manejo.

En general, la demagogia de la izquierda nos habla de “poner los servicios básicos, la producción y las empresas en manos del pueblo”, lo cual es falso, pues en realidad lo que buscan es dar trabajo a los amigos y a los que tienen carnet del partido de gobierno, por lo general gente buena para nada y de uñas largas, hasta que todo colapse. En solo ocho meses, el régimen del lápiz nos ha ilustrado con un ejemplo de manual sobre cómo hacer aún más desastrosa una empresa pública ya en problemas.

Imaginemos si todos los servicios básicos de este país, y la producción y comercialización de alimentos estuviesen en manos de un gobierno como el actual. Tendríamos a los amigos de Pacheco, Vladimir Cerrón y “Puka” Bellido a cargo hasta de la telefonía celular, el transporte público y la aviación comercial. ¿Se subiría usted a un avión perteneciente a una empresa pública gerenciada, por ejemplo, por un “recomendado” del prófugo Arturo “Pinturita” Cárdenas? De terror.