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Hoy defenderé a la izquierda peruana. En particular, a la representada en el Frente Amplio. Y es que me parece injusto reclamarles que suscriban una declaración contra Nicolás Maduro. No. Sería inconsecuente que lo hagan. Fueron inconsecuentes cuando apoyaron a Kuczynski. Hoy, en cambio, actúan en línea con lo que son y defienden. Porque el chavismo, simplemente, es el socialismo en su versión más descarnada y desprovista de maquillaje.

Chávez y Maduro no hicieron sino aplicar los preceptos del socialismo clásico “claro y raspao”, como dicen en Venezuela. Es el socialismo en el grado que nuestra izquierda quisiera para el Perú. Si no lo aplican es porque no los dejaron, ni en el gobierno pasado ni en esta última elección.

Pocos izquierdistas lo reconocerán abiertamente. No los abroquelados en el Frente Amplio, por cierto, que se esfuerzan por disfrazar el puño detrás de la flor en tiempos de elecciones, para botar la flor y levantar el puño ya cuando alcanzan algo de poder. Estos son los “blandos”, que son despreciados por los “duros”, pero que no son abiertamente chavistas solo porque no tienen las agallas. Pero que lo añoran y lo desean, ni dudarlo. Y a eso irán siempre, aunque lo nieguen. Hay un elemento adicional para explicar la negativa del Frente Amplio de suscribir la declaración antichavista: la sospecha tan sólida de que su lideresa Verónika Mendoza habría estado personalmente involucrada en los turbios dineros, procedentes del gobierno venezolano, para la campaña de Ollanta Humala.

No dudo que haya izquierdistas modernos. Pero no son los que marcan el talante del Frente Amplio. Si sus “creyentes” esperaban algo distinto es por su propia ingenuidad. No tienen nada que reclamarles.

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