La palabra democracia proviene del griego “demos”, que significa pueblo, y “kratos”, que significa poder. Por eso decimos que en democracia el poder emana del pueblo y que este ejerce su poder a través del derecho a votar. El principio de elección y de libre participación en asuntos públicos son, pues, elementos centrales de la vida democrática. Buscamos una participación pacífica, respetuosa de las leyes y empática, con una comprensión de los diferentes puntos de vista que conviven y enriquecen una sociedad.
Por ejemplo, una escuela en Birmingham, Inglaterra, convocó a elecciones con los niños de primaria para elegir si querían o no tener una tienda de bocadillos de formato abierto, en donde los niños asumían la responsabilidad de pagar por lo que se llevaban en una alcancía, sin supervisión (https://bit.ly/2omoJF9). El acuerdo es que, en caso no cuadrara la caja, la tienda pasaría a una modalidad clásica, con un encargado cobrando. Este experimento ha resultado fructífero y, hasta ahora, la caja ha cuadrado. Sin embargo, si la caja no cuadrara sería una gran oportunidad pedagógica, al provocar un debate en el colegio sobre la responsabilidad individual y compartida, generando ideas para mejorar la tienda y nuevos acuerdos. Ahora pensemos, ¿cómo podemos promover una educación democrática real, aterrizada, contextualizada y significativa desde nuestra casa y nuestras escuelas?