Ahora que el fujimorismo ha propuesto que los movimientos regionales no participen en la próxima contienda regional y municipal, sino que solo lo hagan los partidos políticos nacionales, el costo de ser candidato ha subido.

Tengo entendido que pequeños partidos, pero al fin y al cabo con inscripción nacional, solo esperan la aprobación de esta propuesta de Fuerza Popular en el Congreso de la República y elevar la tasa de interés para el postulante a cualquier gobierno regional o municipalidad provincial y distrital.

Pero, si bien la propuesta parece discriminatoria contra la participación provinciana, en parte porque los partidos nacionales han perdido presencia al interior del país, también es cierto que el planteamiento resulta interesante, sobre todo si el fin de la norma es evitar que personas inescrupulosas y con dinero inviertan en contratar reclutas que llenen los planillos con firmas y luego se lleven en ruedas las arcas regionales y municipales, en el mejor de los casos.

En el extremo negativo, estos patrocinadores y novatos en política suelen ofrecer candidaturas previo James Bond lleno de soles.

Sería interesante que se analice y cuantifique la manera en que los movimientos regionales han contribuido a hacer política en provincia o si han madurado al punto de convertirse en agrupaciones con respaldo nacional. Porque, seamos sinceros, durante los últimos años hemos visto que varios grupos políticos locales empiezan con entusiasmo y duran lo que les alcanza el bolsillo, pero no contribuyen al debate de querer superar los problemas ciudadanos y menos al desarrollo.

De igual manera, ¿los bloques nacionales han ofrecido calidad de gestión?, ¿no han sido también culpables de que pequeños grupos jueguen a hacer política ante el descrédito de los partidos tradicionales? Veamos qué le conviene más a las regiones y a sus habitantes.