El pedido de prisión preventiva contra Vladimir Cerrón va a ser la nueva novela del Gobierno para victimizarse. En campaña Pedro Castillo decía que la sentencia por corrupción al exgobernador de Junín era “persecución política”. “Ha sido condenado, no por corrupción, sino por la corrupción”, vociferaba Castillo para defender al cabecilla de los Dinámicos del Centro que financiaron su campaña presidencial.

Por supuesto, que todos estos hechos no han sido cuestionados con severidad en las entrevistas palaciegas de César Hildebrandt y Nicolás Lúcar. Ninguna pregunta sobre el abogado de Perú Libre y ministro del Interior, Luis Barranzuela que dejó fugar a los Dinámicos a Bolivia. Ninguna condena sobre cómo un delincuente como Cerrón puede entrar a Palacio dos veces como si se tratara de un líder político.

Por supuesto, la argolla periodística ya empezó a aplaudir como foca este primer acercamiento de Castillo con la prensa que no ha sido otra cosa que un “engaña muchachos”. Las entrevistas grabadas y pactadas son eso, no se mientan. Castillo tendrá que responder ante el Congreso con una nueva moción de vacancia, porque es la única forma de que la población lo vea como lo que es, un presidente incapaz, mentiroso y corrupto. Y que quede claro que solo los opositores sufrimos persecución política en este tipo de regímenes de izquierda y no el oficialismo, ese oficialismo que tiene ahora a su cabecilla Cerrón a punto de volver a prisión por sus delitos.