Las declaraciones del congresista Manuel Dammert en medio del drama que vive Venezuela, en el sentido de que la farsa de la elección de la Asamblea Nacional Constituyente ha sido una “epopeya democrática”, son la más evidente señal de que la izquierda peruana se quedó en los años 70 y que si quiere seguir existiendo, tiene que haber una inyección de juventud con ideas renovadas, pues tampoco se trata de poner, como vemos hoy, solo caras nuevas pero con las taras de siempre.

Lo dicho por Dammert pasaría por algo hilarante, pintoresco y folclórico dentro de nuestra variopinta política si no fuera porque el personaje se ha referido a un proceso electoral fraudulento que ha costado al menos 16 vidas y que más tarde ha motivado el arbitrario envío a una prisión militar de dos opositores como Leopoldo López y Antonio Ledezma por parte de una dictadura que ya es rechazada en muchos países.

Y señalo que lo dicho por Dammert bien podría ser tomado como algo digno de risa porque ya ha señalado cosas de ese tipo. Recordemos que en 2011 salió a prometer en su campaña que si su candidato presidencial Ollanta Humala llegaba a la Presidencia y él al Congreso, el balón de gas costaría 12 soles. Bueno, ambos fueron elegidos y ese combustible sigue por encima de los 30 soles. Puro cuento, pura demagogia, pura farsa. Inexplicablemente, fue reelegido en 2016.

Este congresista es una muestra viviente de que la izquierda peruana debe modernizarse. Pero el cambio no solo debe consistir en poner gente nueva, quizá de 35 años para abajo, sino en una que venga con ideas renovadas y que no siga anclada en lo mismo de siempre, como apoyar las dictaduras de Venezuela, Cuba y Nicaragua, ver al asesino del Che Guevara como su ídolo, no hacer una condena firme del terrorismo y mirar al Estado como su mamadera.

Si alguien en la izquierda local cree en la democracia y el respeto a los derechos humanos, pero de verdad y no como lo han hecho siempre desde sus posturas ideologizadas y parcializadas a favor de sus amigos y afines, debería marcar inmediata distancia de lo dicho por Dammert, quien como hace 40 o 50 años cree que sus dictadores favoritos son víctimas de la CIA y del imperialismo. Y pensar que por poco Verónika Mendoza pasa a la segunda vuelta. ¡De terror!