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En las últimas horas se ha hecho más notoria la insinuación del presidente interino de Venezuela, Juan Guaidó, de una eventual intervención militar en su país -hasta ha invocado el artículo 187° de la Constitución Bolivariana, que la contempla-, y no me parece que deba hacerlo. Lo voy a explicar. Es entendible que Guaidó mantenga la mayor sintonía con el gobierno de EE.UU. -también con Colombia-, más aún cuando ha sido Donald Trump el primer presidente del continente que lo reconoció como jefe de Estado interino -antes que cualquiera de los gobiernos de América Latina o de los países del Grupo de Lima- inmediatamente después de que el joven político se autoproclamara presidente de Venezuela conforme el artículo 233° de la Constitución de ese país. También es entendible que tenga el propósito de cumplir cabalmente la misión para la que asumió la presidencia temporal de su país, es decir, convocar a elecciones y entregar el poder a quien legítimamente el pueblo venezolano elija por sufragio universal en el marco de una contienda democrática y justa -en el Perú esa misión la cumplió escrupulosamente Valentín Paniagua (noviembre de 2000 - julio de 2001)-, pues habrá llevado adelante la realización de un encargo nacional que nadie pudo conseguir anteriormente. Aunque creo que la estrategia estadounidense para con Venezuela sigue siendo la disuasión a todo nivel, la febril idea de una invasión al país llanero realmente no la veo. En la hipótesis negada de consumarse, sería una masacre completa. Pero, además, sería un malísimo precedente para la región que ingresen tropas extranjeras en el país llanero, constituyéndose desde ese momento en una ventana abierta para que se haga en cualquier otra parte de América del Sur, volviéndola dramáticamente vulnerable. El principio de No intervención del derecho internacional -un legado de la Paz de Westfalia de 1648- debe reafirmarse pétreamente; de lo contrario, el que tenga más poder penetrará en las fronteras nacionales como en la Edad Media, en que las invasiones eran una regla. Quisiera creer que se trata más bien de una actitud disuasiva, a la que Guaidó acude en sintonía con Trump.