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Veamos. El artículo 233° de la Constitución de Venezuela establece las condiciones para el ejercicio de la presidencia interina. Juan Guaidó así se convirtió, ipso iure, plenamente de derecho, como consecuencia de la declaración de la Asamblea Nacional del país llanero, que se hizo pegada a la propia Carta Magna al calificar “(...) el abandono del cargo, declarado este por la Asamblea Nacional (…)”. Para mi gusto, la Asamblea General ni siquiera debió declarar el abandono del cargo porque al hacerlo legitimó, prima face, la condición de Maduro como mandatario electo. La Asamblea quería encontrar una condición jurídico-constitucional para que sea consumada la falta absoluta. Los detractores de Guaidó dentro y fuera de Venezuela señalan que ya no es presidente interino, porque ya pasaron los 30 días en que -según la Constitución- debió convocar a elecciones presidenciales, lo que ciertamente no hizo. En efecto, la Constitución bolivariana señala que “(…) se procederá a una nueva elección universal, directa y secreta dentro de los treinta días consecutivos siguientes (…)”. Guaidó no lo ha hecho porque no cuenta con las condiciones en un país donde todo el aparato estatal sigue en manos del régimen de facto y más aún cuando acaba de ser inhabilitado para ejercer cargos públicos por los próximos 15 años. Pero no olvidemos que lo que haga Maduro es jurídicamente nulo, pues es un usurpador del poder (art. 138°) y, por tanto, no afecta al presidente interino. Sin embargo, lo que no se está diciendo es que -también según la propia Constitución de Venezuela- “(…) mientras se elige y toma posesión el nuevo presidente o presidenta, se encargará de la Presidencia de la República el presidente o presidenta de la Asamblea Nacional”. Eso quiere decir que aunque se hayan agotado los 30 días y por diversas razones Guaidó no ha convocado a elecciones y, por tanto, no se cuente con un nuevo presidente, la jefatura del Estado seguirá en manos del presidente interino. Finalmente, consuma la legitimación de Guaidó contar con el reconocimiento de la mayoría del pueblo venezolano, que es el soberano, y de cerca de 60 Gobiernos del mundo. 

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