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El año que se fue hace unas horas deja un sabor muy amargo a nivel político, pues nos queda claro que el largo y pestilente brazo de la corrupción fue capaz de alcanzar a la mayoría de nuestros personajes, sin distinción de ideología, al extremo que la otrora “reserva moral” -la izquierda- también terminó metida en el mismo saco de esos a los que tildaban de corruptos y sinvergüenzas, como parte de su discurso para venderse como los salvadores de la moral y la decencia en el Perú.

Pero lo más grave del año que terminó es que la sombra de la corrupción alcanzó nada menos que a Pedro Pablo Kuczynski, el presidente en funciones, cuyos negocios con un proveedor del Estado en sus tiempos de ministro del prófugo Alejandro Toledo lo llevaron al borde de la vacancia, de la que solo se libró pactando con Alberto Fujimori, a través de su hijo Kenji, el indulto del exmandatario, lo que ha incendiado la pradera en los días finales de 2017.

Hoy, lamentablemente, tenemos un gobernante con una nube gris encima, por más que se haya salvado de la vacancia, pues queda claro que incurrió en una acción ilegal y cuestionable desde el punto de vista ético, por más que sus

defensores atribuyan todo a una “mentirita”, una omisión o algo propio del desorden de sus documentos. Pese a ello, es lo que hay. Kuczynski está en el poder por más magullado que haya acabado el 2017, y debemos ir para adelante.

Dicho esto, no deja de preocupar que la izquierdista Verónika Mendoza, exsecretaria de Nadine Heredia y quien no ha podido negar su letra en las agendas donde se consignan millones de dólares de oscuro origen, haya salido a decir que Kuczynski ya no es más el presidente del Perú. ¿Así aspira a ser una política seria?

Está bien que el jefe de Estado tenga duros cuestionamientos encima, pero las leyes están por delante y deben cumplirse más allá de las poses demagógicas.

La señora Mendoza y las calles alborotadas por las marchas contra el indulto a Alberto Fujimori pueden decir lo que quieran, pero desde el punto de vista constitucional y legal, tenemos un presidente. No sabemos qué pasará más adelante, pero por ahora, en el arranque del 2018, el ciudadano Kuczynski está al frente del país, y eso debe ser respetado por el bien de un país que necesita institucionalidad para afrontar los problemas que padece la gente de la calle.