Algunos economistas dicen que es “más difícil gastar la plata que conseguirla”. Esto aplica, hoy más que nunca, en el Estado. Como ejemplo, se debe mencionar que las ejecuciones de presupuestos de los ministerios, en su gran mayoría, no llegan a los porcentajes ideales. Sectores claves como las carteras de Transportes y Comunicaciones, Economía y Finanzas, Vivienda y Construcción, Agricultura y Salud no gastaron en infraestructura en los niveles óptimos.

Los escándalos, las disputas y enfrentamientos en las altas esferas políticas parecieran que no tuvieran nada que ver demasiado con los intereses de la gente. Lo peligroso es que este panorama comience a erosionar la economía del país. El estancamiento podría alcanzar situaciones más delicadas si no se concreta con urgencia una política coherente e integral con respecto a las demandas de los peruanos.

Si la tendencia persiste, las perspectivas serán complicadas en el aspecto económico. El presidente Martín Vizcarra ha reiterado enfáticamente su compromiso con el crecimiento y el desarrollo del Perú, aunque la realidad podría contradecirlo en más de un punto, todos hacemos votos que en el 2020 se revierta el panorama y enrumbemos la prosperidad.

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