Cuando todos pensábamos que el fútbol es uno de los últimos refugios ante tanta mala noticia, la Federación Internacional de Fútbol Asociado (Fifa) nos recuerda que todos somos seres humanos y que la corrupción es un juego en desventaja en el que todos pueden caer. Pero, caramba, hagamos como en la religión, podemos desconfiar de quienes la dirigen, mas no de su esencia.

No me gustan las comparaciones, pero esta vez he puesto cara a cara a la religión y al deporte -aunque pudiera haber sido cualquier tipo de trabajo donde puedan cometerse delitos-. Para los creyentes, muchas veces despotricamos a quienes dirigen la religión, pero jamás dudamos de la fe con que se profesa. Lo mismo debe pasar en el fútbol.

Sin embargo, estos hechos de corrupción en la Fifa, que han originado la aprehensión de altos directivos en el fútbol mundial, no son de ahora, sino de hace años, desde que el fútbol se comenzó a televisar, desde que los uniformes se llenaron de publicidad y cuando los campeonatos empezaron a celebrarse en países sin arraigo futbolístico. ¿Qatar juega fútbol?

Son más de 150 millones de dólares en coimas por otorgamiento de derechos de transmisión y organización de eventos futbolísticos. La comercialización de los partidos de fútbol ha sido el cáncer de este deporte. Aquellos que vemos el fútbol a diario somos ciegos voluntarios para evitar que la pelota se manche, como diría Diego Maradona.

Pero el fútbol está manchado desde hace años. Por ejemplo, los clubes como Barcelona, Real Madrid, cuentan con sanciones por contratar a niños, como si estos fueran una mercadería con alto potencial a futuro. Luego, los menores de edad son vendidos cuando pasan la mayoría de edad. ¿Venta de niños? Así es, y a quienes amamos el fútbol nos causa rubor cuando vemos en las noticias que los padres de familia se desprenden de su hijo “vendido” a un equipo extranjero.

La detención de los dirigentes que tienen de títeres a los hinchas es bien merecida. Y no podía fallarnos Manuel Burga, cuyo nombre ha saltado como resorte de colchón viejo. Se le acusa de haber recibido un soborno de un millón y medio de dólares por la transmisión de los partidos de la última Copa América. A propósito, ¿dónde está este hombre?