Una vez que murió el sanguinario Abimael Guzmán surgió en el Congreso un proyecto de ley que declararía de interés nacional y de necesidad pública la enseñanza en colegios del curso “Historia del terrorismo en el Perú”, a fin de que niños y jóvenes conozcan en detalle lo que significó para el país la irrupción de esas hordas de asesinos llamadas Sendero y MRTA, que hoy por un grave error cometido por los electores se encuentran en el poder a través de algunos de sus miembros y de quienes reivindican sus crímenes.

Creo que nadie podría oponerse a esta iniciativa, que haría que al menos algunos jóvenes universitarios de Lima no confundan, de manera vergonzosa, el rostro de Guzmán con el de un barbado congresista o de un poeta. Sin embargo, nada de esto será posible si previamente no se erradica del magisterio a los terroristas y simpatizantes que le cobran al Estado y hasta piden aumentos de sueldos por dedicarse a esparcir su “doctrina” de odio en las aulas de la escuela pública.

Ahora que tenemos como presidente a Pedro Castillo, quien ha llegado al poder de la mano de profesores que saben mucho de pliegos de reclamos, “lucha de clases”, agitación, bloqueos de carreteras y ataques violentos a la propiedad pública y privada; pero poco de matemáticas, lengua, historia o geografía, podemos inferir que sería imposible que esta clase de docentes, tan cercanos a bandas terroristas, puedan dictar de manera objetiva el curso que plantea crear el proyecto de ley en mención.

Para que los futuros ciudadanos sepan lo que como país nos hicieron los senderistas y emerretistas, se requiere una buena purga de docentes que son un peligro si permanecen infiltrados en el sector educación. Veamos el caso de Iber Maraví, hasta hoy ministro de Trabajo y Promoción del Empleo (¿lo escucharon ayer en Cusco?). Este personaje tan vinculado a Sendero, qué puede haber estado enseñando en la intimidad del aula a pequeños que en su inocencia creen que lo que dice su profesor es una ley irrefutable.

Lamentablemente, poco se puede esperar del actual gobierno plagado de docentes radicales y hasta hermanados con el terrorismo que incluso entran con total libertad a Palacio de Gobierno y a otras entidades públicas, cuando en cualquier país civilizado y con memoria deberían ser detenidos y procesados. Nunca olvidemos que el terrorismo en el Perú surgió en las aulas, que se convirtieron en verdaderos centros de lavado de cerebros a cargo de malos docentes que deben ser erradicados.