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Con 2 años y 3 meses al frente del Partido Socialista Obrero Español (PSOE), Pedro Sánchez (44), su secretario general, acaba de renunciar al cargo tras una crisis interna en este importante partido de izquierda español. Una de las razones sustantivas para que Sánchez decidiera dar un paso al costado ha sido el rechazo a su propuesta de que se produzcan elecciones primarias en el propio PSOE que permitieran luego seguir con su posición, para muchos obstinada, de oponerse a que el presidente en funciones del Gobierno Español, Mariano Rajoy, pueda contar con el apoyo o finalmente la abstención que facilite su investidura por el rey Felipe VI. La fórmula de Sánchez le produjo un traspié interno, donde un importante sector habría optado por dar luz verde para que el Partido Popular, con Rajoy a la cabeza, de una vez pudiera lograr formar gobierno. Sánchez en su momento tuvo la oportunidad de hacerlo luego del primer fracaso de Rajoy, pero no lo logró, y eso habría allanado su declive progresivo. España lleva 9 meses sin contar con un presidente del Gobierno y esta realidad acumuló una reacción política cuyo peso fue traspasado a Sánchez. El PSOE es un partido político con trayectoria en la vida política española -Felipe González, presidente del Gobierno (1982-1996), es su líder histórico y emblemático- y esta crisis interna podría pasarle factura mirando el país en el mediano plazo. Ante la dimisión de Sánchez, los miembros del PSOE deberán buscar un nuevo líder que guíe y no ponga tantas piedras en el camino, como parece haber sido la conclusión mayoritaria (132 a 107) al interior del PSOE. Rajoy, que está en la otra orilla, hace rato debe haber identificado a los opositores internos de peso de Sánchez para comenzar a tender puentes con la nueva directiva que vaya a surgir luego de la efímera crisis que afronta el PSOE. Así es la política.