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El hombre que gobernó España con mano dura, hay que decirlo, entre 1936 y 1975, nació un día como hoy hace 127 años. Protagonista del golpe de Estado que acabó con la denominada Segunda República y que fuera figura política central producida la Guerra Civil Española (1936-1939), Francisco Franco, quien murió el 20 de noviembre de 1975 y a su muerte fuera enterrado en el histórico Valle de los Caídos, fue finalmente exhumado este año y sus restos depositados en la cripta familiar de Madrid junto a su esposa Carmen Polo. Querido u odiado por la mitad o algo más o algo menos del reino, Franco debe ser valorado con objetividad en la historia de la nación ibérica. De un lado, fue imputado de violaciones sistemáticas de derechos humanos, crímenes y desapariciones forzadas -"terror blanco"-; y, de otro, vivado por los nacionalistas y protectores del catolicismo español, quienes veían en los republicanos una seria amenaza a la vigencia histórica de España. Señalado como amigo de Benito Mussolini y de Adolfo Hitler, Franco se esforzó por desmarcarse de ellos con poca suerte en el imaginario de la política internacional; sin embargo, sacó al país de la pobreza material -España era nación europea occidental del llamado Tercer Mundo- y lo encaminó. Contó con el apoyo de Estados Unidos, que no quería que fuera ganado por la órbita de la Unión Soviética durante la Guerra Fría. Franco no fue ningún santo y sería cretino negarlo, como mezquino también negar que impulsara y estableciera las bases para el vanguardismo económico de España, devolviéndole en el ocaso de su vida su monarquía, pues había preparado para ese momento a Juan Carlos de Borbón, hecho rey a su muerte. Franco dividió al país, y por eso su entierro en el mismo lugar en que fueron sepultadas en tumbas comunes las víctimas de la represión no permitió curar las heridas dejadas por su mandato como el caudillo de España, pero, también hay que decirlo, haber retirado sus restos del Valle de los Caídos tampoco lo hará. Pedro Sánchez jamás debió volver la exhumación de sus restos una promesa de campaña política para convertirse en presidente del Gobierno. Lo que no puede hacerse, guste o no, es borrar a Franco de la historia y memoria españolas.