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En la política española parece ser que cuando es no, pues es no. Mariano Rajoy, el presidente del Gobierno Español en funciones, es decir con atributos muy limitados en la conducción del Estado, no ha logrado el objetivo para ser investido nuevamente en el cargo por un nuevo periodo. 

Las razones por las cuales se ha vuelto a producir este fracaso político para el líder del Partido Popular ha sido la actitud reticente y frontal que ha mostrado desde un inicio el Partido Socialista Obrero Español y su líder, Pedro Sánchez.La Península Ibérica, dominada geográficamente por España, es el escenario de un clima político sin que el consenso pudiera salir airoso entre los miembros de su Parlamento. 

En los últimos meses, el rey Felipe VI hizo innumerables esfuerzos para que las negociaciones permitan formar el gobierno esperado, y tampoco ha tenido mayor suerte. De aquí en adelante se viene una etapa -dos meses- en que podrían surgir nuevos nombres para tan importante cargo. 

Parece que Rajoy se ha convertido en un actor sin chances y su insistencia podría encimar una mayor respuesta de rechazo por parte los partidos de izquierda, principalmente, donde además del PSOE, también cobra vida para poner piedras en el camino, el Partido Podemos de Pablo Iglesias.

Mientras tanto, el más perjudicado es el propio Estado español. Van ocho meses sin que este importante país europeo cuente con un gobierno que pueda proyectar sus cuestiones pendientes y eso sí es preocupante. 

Mariano Rajoy era, a mi juicio, el político adecuado para proseguir la marcha de la recuperación española luego de la profunda crisis que le tocó afrontar en años recientes; sin embargo, es verdad que no ha podido capear, negociar y armonizar con las posiciones recalcitrantes. Si todo vuelve a fracasar, habrá elecciones en diciembre próximo.

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