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En estos tiempos en los que la discreción no es una virtud, la congresista Leyla Chihuán ha dicho que el sueldo que gana en el Parlamento no le alcanza para su ritmo de vida. A veces, declaraciones como esta solo provocan más a los ciudadanos.

Este comentario lo ha dicho nada menos que en el momento en que el Congreso de la República tiene una desvalorización sin precedentes y que su partido, Fuerza Popular, no solo está muy cuestionado sino que también pasa por una crisis interna.

La gente es muy sensible ante este tipo de expresiones y las condena. En líneas generales, los políticos no son muy precisos en sus opiniones, pero lo ocurrido en los últimos días es criticable. Por eso, las encuestas son un reflejo de la animadversión que hay contra el Legislativo. No es extraño entonces que el presidente del Congreso, Daniel Salaverry, tenga un 70% de desaprobación, según el último sondeo de Datum. En tanto, la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, quien es claramente la que decide los lineamientos y acciones de la bancada mayoritaria, tiene un 86% de rechazo. Y eso sin contar que gran parte de la ciudadanía estima que el fujimorismo está blindando al fiscal Pedro Chávarry, y que el Congreso es el principal responsable de la fuga del exjuez César Hinostroza.

Las palabras de Chihuán y otros arrebatos de sus compañeros de bancada, con palabras explosivas y poses demagógicas logran un grado de repercusión que, en vez de sumar, dividen. Esta realidad degrada las aparentes buenas intenciones de Keiko Fujimori, quien hace poco pidió unidad y consenso para sacar adelante el país.