El Gobierno presentó unas estadísticas en las que se resalta que en los últimos dos años cerca de un millón de personas salió de la pobreza. El jefe del INEI, Alejandro Vílchez, precisó que la pobreza monetaria fue de 23.9 por ciento en el 2013, menos que el 25.8 por ciento del 2012. Estos registros han causado algarabía entre nuestros gobernantes. "Un millón dejó de ser pobre en el Perú", casi gritó el diario oficial El Peruano.

Sin embargo, es conocido que las estadísticas son decisivas o no en cualquier tema, de acuerdo con quien las interprete. El escritor italiano Umberto Eco decía que la estadística es el método por el cual si en una ciudad un hombre come dos pollos por día y otro ninguno, el promedio de consumo de pollo en ese lugar es de uno por persona. Quizá por ello Alan García haya salido a cuestionar las alegres cifras del gobierno de Ollanta Humala. Es sabido que la relación entre ellos es una historia de disensos y competencia sorda y constante. Por supuesto, la exasperante oposición del líder aprista hace que diga cosas como esta: "En los primeros tres años de mi gobierno la pobreza bajó 12%; en este régimen solo 3.9%. ¿A eso le llaman inclusión?".

Es evidente que el Gobierno quiere dar la apariencia de que el país está saliendo de la pobreza, aunque 7 millones 300 mil peruanos sigan en esa condición. Sin embargo, esta sensación de suma positiva sirve para que el paso adelante de muchos peruanos invite a los demás a poner empeño, talento y esfuerzo.

Lo que sería ideal es que el aspecto económico se divorcie totalmente de los intereses políticos en el tema de combatir a la pobreza. Sería un síntoma inequívoco de un país moderno.