El Banco Central de Reserva del Perú (BCRP) pronosticó que el crecimiento económico de este año solo llegará al 3% y que tendremos una inflación de 7.8%, a diferencia de lo anunciado por el Ministerio de Economía y Finanzas (MEF), de 3.9% y menos del 7%, respectivamente. En buen cristiano, el asunto toma color de hormiga por diversos factores, externos e internos, entre ellos la crisis política.

Previamente, el titular del MEF, Kurt Burneo, anunció un plan para el crecimiento económico, de nombre Impulso Perú, una estrategia que busca fomentar la inversión pública y privada, y que contendrá también un paquete de iniciativas legislativas. La duda pasa por el interés político del Congreso, enfrascado en pleitos internos de liderazgo y su rivalidad crónica con el Ejecutivo.

A parte de los conflictos bélicos que complican el alza de las importaciones, así como la reducción de los precios de nuestra materia prima, preocupa que sean los conflictos sociales los que petardeen el interés del país: inversión minera estancada, desacelerada y desconfiada de lo que pase con nuestras autoridades. Claro, si tanto se habla de vacancia, adelanto de elecciones o cierre del Congreso, entonces es mejor no invertir.

Mientras tanto, la gente de a pie, una gran mayoría, no come de la política, tampoco busca empleo tocándole las puertas al Estado: se genera a diario oportunidades en el sector privado o en crear su propio empleo, sabiendo que no puede confiar su futuro en autoridades que solo discuten por el poder. En respuesta, solo queda que se le brinde la herramienta necesaria: mayor estabilidad.

Como lo ha dicho el propio titular del BCRP, Julio Velarde, no hay “varita mágica” que haga cambiar el panorama. Sin embargo, si en algo pueden contribuir las autoridades es en devolverle la estabilidad al país: en nada colaboran las disputas entre el Congreso y el Ejecutivo; por el contrario, espantan la inversión, la expansión privada que necesita esa gente que no consume política.