En un artículo publicado el mes de enero en este diario decía que me preocupaba que cuando hay algún problema social, laboral, climatológico o de desastres en una localidad o región lo primero que hacían las autoridades era suspender las clases, las cuales casi nunca se recuperan. Esta opinión fue motivada por la terminación del año escolar 2015, en muchos colegios, a fines de noviembre motivada por el advenimiento del fenómeno El Niño.

Debemos recordar que las labores escolares desde el 2006 hasta el 2013 se iniciaban el primer día hábil de marzo, a diferencia de años anteriores que comenzaban en abril y en algunos casos en mayo. No fue fácil vencer las resistencias de muchos actores sociales y educativos de buscar siempre motivos para que esto no ocurriera. Se ganó casi un mes de clases. El Ministerio de Educación el 2014 y 2015 estableció el inició el 9 y 10 de marzo, respectivamente. Este año lo fijó para el lunes 14 de marzo pasado.

No obstante, como todos los años anteriores, no han faltado voces en muchas regiones que han pedido que se postergue el inicio del periodo lectivo 2016 (ojo: para los colegios públicos). Lo que me ha llamado la atención positivamente es que un gran sector de autoridades educativas regionales, locales y de instituciones educativas no ha cedido a las presiones para postergar la fecha de comienzo de las actividades escolares en los colegios públicos, salvo en los lugares y planteles donde realmente era justificado. Claro está que la mayoría de colegios particulares viene trabajando desde el 1 de marzo. Lo cual está bien. Esperemos que el 2017 se programe el inicio del año escolar a partir de la segunda semana de marzo y en las mejores condiciones de calidad.