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Al décimo día del resultado de la sentencia de la Corte Internacional de Justicia (CIJ), del litigio de Bolivia contra Chile, descartando por completo que exista una obligación chilena para negociar la histórica pretensión de una salida al mar para los altiplánicos, lo que se ve visiblemente relevante como mayor consecuencia política de un resultado jurídico para Evo Morales es ser considerado el presidente de la derrota jurídica en la historia de Bolivia, siguiéndole su ocaso político. Es verdad que nadie podrá objetar a Morales, el primer jefe de Estado indígena de Sudamérica, el primero de América Latina -del continente americano fue el mexicano Benito Juárez (1858-1872)-, haber hecho lo que ninguno de sus antecesores hizo: decidir afrontar judicialmente el asunto de la frustración del enclaustramiento de su país en los Andes por el tratado de límites con Chile de 1904. La pretensión boliviana siempre me ha parecido justa, y lo sigo pensando; pero que lo sea debe entenderse independiente del resultado de la Corte, sobre el cual no hay nada más que hacer jurídicamente, y lo digo desde el puro realismo de la ciencia del derecho. Aún cuando los bolivianos con los que vengo conversando por estos días piensen en un ensanchamiento de sus pretensiones; es decir, acudir a otros ámbitos como los políticos, por ejemplo, considerando que persistirán en su reivindicación marítima -los entiendo in extenso y no tengo nada que decir sobre que lo piensen-; lo que debe quedar claro para Bolivia y sus autoridades es que siendo el país miembro de la comunidad internacional, que mantiene vinculaciones interestatales diversas forjadas por el pacto de convivencia universal, el abordaje del asunto del corredor soberano solo podrá ser posible jurídicamente si acaso Chile, de manera voluntaria, expresara en el futuro su interés de negociarlo. Lo veo remoto porque contrastaría con la histórica visión expansionista chilena, pero es una posibilidad. Evo llevó a Bolivia a la CIJ y al hacerlo aceptó la teoría del riesgo donde se puede ganar o perder, y perdieron. La Corte no reconoció un solo argumento boliviano, por lo que su defensa fue errada o deficiente.