Ha generado gran repercusión el audio en el que Antauro Humala, preso por homicidio, instruye a los miembros de la bancada parlamentaria de Unión por el Perú para promover la vacancia y al mismo tiempo pedir su libertad. Las palabras simplemente confirman su campaña contra el Gobierno y su intención de ser candidato a la presidencia y desde allí tumbarse el sistema democrático. Algo que queda claro es que su prioridad es subordinar todo a un fin personal.

Sus bravuconadas mostradas por Perú 21, además de mostrar su carga de extremismo e intolerancia, nos remiten a épocas que los peruanos creíamos haber superado. No es el odio y la violencia verbal el camino que señala el país para superar esta larga crisis. Estas actitudes solo producen más división y daño.

Sin embargo, hay que ser conscientes que en la medida que se prolonga la inestabilidad política y económica aumenta el poder relativo de radicales como Antauro Humala. Se trata de personajes que se dedican a destruir y carecen de la más mínima idea de lo que se debe hacer para construir un mejor país. Solo se refugian en el ámbito de la denuncia y de los ideales trasnochados para mantenerse en el centro del escenario.

No es un secreto decir que el sistema democrático peligra con políticos como Antauro. Es momento de líderes que proyecten nuevos y buenos tiempos para no caer en riesgos mayúsculos. Ya basta de los que se burlan de los ciudadanos y se sirven en lugar de servirlo.