Mucho cuidado con posturas extremas y nocivas para el Perú. Lamentablemente en la campaña que nos conduce al acto electoral de este domingo, han aflorado posiciones como las de Verónika Mendoza, Pedro Castillo y Rafael López Aliaga que por más contrarias que puedan parecer las dos primeras de la tercera, han fijado discursos muy preocupantes respecto a la libertad de expresión y la democracia misma.

Mendoza salió públicamente con que a la libertad de expresión, que ya tiene los condicionamientos que manda la ley, hay que ponerle nuevos límites. Lo dijo en un contexto de posibles riesgos a la salud pública, pero en nombre de eso pueden imponer cualquier traba no solo a los periodistas y los medios, sino a todos, incluyendo a tuiteros, blogueros y similares. Con los antecedentes de innegable cercanía al chavismo de esta candidata, hay razones para la desconfianza.

En el mismo tono va ese otro candidato de la izquierda -aunque más incendiario y próximo al Movadef- llamado Pedro Castillo, quien quiere cerrar el Tribunal Constitucional y liberar al asesino de Antauro Humala, tras afirmar que Venezuela no vive en dictadura. ¿Qué pueden esperar de la democracia y la libertad de este personaje si a su lado Yohny Lescano podría parecer Winston Churchill, y Mendoza algo así como Michel Bachelet?

Desde el otro extremo viene la amenaza celeste de López Aliaga, harto conocido por su intolerancia a la crítica, el ataque y los insultos. ¿De esa forma va a responder a los medios cuando le hagan preguntas relacionadas a su gobierno en caso de ganar la elección? ¿Sus respuestas vendrán siempre cargadas de palabras como “mermeleros”, “ignorantes” y “porquería”? Es el que dice que a las dos de la tarde del 28 de julio solucionará los grandes problemas del Perú.

Hoy un país no vive bajo un sistema democrático solo porque hay elecciones. Si fuera así, Venezuela y Cuba serían quizá las mayores libertades del mundo porque tienen comicios a cada rato. Uno de los mayores indicadores de democracia en la actualidad es la libertad de expresión no necesariamente de los periodistas, sino de todos aquellos que a través de los medios o de las redes sociales puedan manifestar las posiciones que le parezcan, sobre lo que quieran. Cuidado con eso.