Días antes de finalizar 2020, el Ministerio de Cultura publicó, resolución de por medio, los protocolos sanitarios para la reactivación de las artes escénicas con público, en salas de teatros, carpas de circo y otro tipo instalaciones, con un aforo del 40 % en espacios cerrados, y 60 % en abiertos. Indudablemente esta noticia, que esperaban con ansiedad y mucha expectativa los integrantes de los diversos sectores del espectáculo, generó para muchos de ellos una luz al final del camino, la posibilidad de empezar a retomar sus actividades detenidas desde hace casi un año por la pandemia.

Porque valgan verdades, las hoy muy populares transmisiones de espectáculos y conciertos online, además de carecer de ese contacto presencial de artista con el público, no han logrado la rentabilidad necesaria, para afirmar, que se puede vivir de estos emprendimientos virtuales.

Entonces, tras la celebrada luz verde del Gobierno, el camino para volver a los escenarios, al menos en teoría, estaba listo para ser recorrido, pero al parecer no será tan sencillo, Bastó que una conocida orquesta anunciará su primer concierto presencial, con todos las disposiciones sanitarias en regla, para que se iniciara una fuerte campaña en su contra, que terminó con la municipalidad del sector prohibiendo el evento.

De qué vale entonces que se anuncie la reactivación de la industria del entretenimiento, si las autoridades locales van a terminar con cualquier intento de apertura del ámbito artístico y musical. Es comprensible, y hay que admitirlo, del temor que existe en una gran sector de la población que asocia a este tipo de espectáculos como focos de contagio del nuevo coronavirus , pero también hay que ser honestos, que si se trata de lugares con concurrencia de gente, también se puede mencionar a otro tipo de negocios que convocan cientos y miles de personas.

Definitivamente, tras lo sucedido con la agrupación piurana Armonía 10, que como todas otras viven  meses de una severa crisis económica, será bien difícil que el negocio musical alce vuelo. Pocos querrán invertir en presentar un espectáculo presencial con todo lo que se exige, para que luego no se consiga la autorización y no se recupere lo gastado. El panorama se presenta aún desolador.