En los años 80 Max-Neef y otros propusieron 9 necesidades básicas: subsistencia, protección, afecto, entendimiento, participación, creación, ocio, identidad y libertad, las cuales debían atenderse desde la Educación, entre otros sectores. Más adelante Delors, J. (1996) en La Educación Encierra un

Tesoro, planteó los cuatro pilares de la educación al 2021: aprender a conocer, aprender a hacer, aprender a ser, y aprender a convivir: En este marco se han venido proponiendo modelos educativos al final del siglo 20 y el comienzo del siglo 21.

Considerando, entre otras, estas aportaciones y que “una educación debe darle sentido a la vida de las personas de acuerdo a su desarrollo evolutivo”, creo que lo que corresponde -con una visión de presente y futuro- es: “Formar buenos ciudadanos saludables y productivos”.

En primer lugar, se trata de formar personas saludables física y mentalmente. Esto implica una educación para la salud física que no se quede solo en el cuidado en las funciones de nutrición, sino que incluya la fisiología de la percepción, la coordinación nerviosa –hormonal y los órganos efectores.

También una educación para la salud mental que genere bienestar socio-emocional de los seres humanos en sus vínculos intra e interpersonales con confianza, autonomía, iniciativa e identidad.

También corresponde formar buenos ciudadanos que asumen valores y actitudes en sus desempeños éticos, ambientales, cívicos, políticos-democráticos, de seguridad en las vías y de prevención e intervención ante riesgos y desastres. Y que lo hacen desde una perspectiva participativa y reflexiva con liderazgo social que valora la inclusión y la interculturalidad.

Por supuesto, se trata, igualmente, de formar personas productivas, como parte de un proyecto de vida con un sustento científico, humanístico, tecnológico y creativo para el bienestar individual y colectivo, en una perspectiva de desarrollo económico, sostenido y humano. Feliz año nuevo a todos.