“Si Keiko no gana, yo postularé en 2021”. Firmado: Kenji Fujimori, 25 de abril de 2016. Como sabemos, Keiko fue derrotada por Kuczynski y es evidente que su hermano -a la sazón el congresista más votado- ha empezado a volar y volar.

Eso de tuitear en contra de la posición de su bancada sobre la investigación del caso Sodalicio no es gratuito. Como tampoco es gratuita la rápida salida de Keiko para hablarle a sus seguidores y, de paso, golpear al alicaído mandatario. Claro que no.

Aquí ya se vislumbra un choque de egos fujimoristas y resulta notoria la decisión de Kenji de empezar a pisar fuerte en terreno “naranja” a costa de las falencias en el liderazgo de la candidata, que ya suma dos derrotas electorales.

Hagan memoria. Cuándo se le ha visto al legislador salir a rebatir las ocasionales críticas del oficialismo hacia la esposa de Mark Vito Villanella. Nunca o casi nunca. En cambio, Becerril es capaz de dar la vida por su jefa. Tampoco, tampoco.

O sea, dicho de otro modo, la hija primogénita de Alberto Fujimori hace rato que está advertida, tiene al enemigo en casa, le costará hacerse de una tercera candidatura presidencial y el fratricidio político es inminente si no hila fino y pone a Kenji en su sitio.

La pregunta sobre la marcha es: ¿y para qué bando tirará el inquilino de la Diroes? Lo que se sabe, desde siempre, es que Keiko no tiene más peso que su hermano ante los ojos de su padre y, entonces, lo que se viene en el partido con mayoría en el Congreso invita a alistar la canchita.