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Finalizadas las elecciones presidenciales, Fuerza Popular (FP) era un partido político con presencia nacional, contaba con varias presidencias regionales y municipios, además de una abrumadora mayoría congresal. Su lideresa, Keiko Fujimori, a pesar de no haber ganado las elecciones, era un referente político con aprobación e influencia.

Cómo es posible que tan solo un par de años después la imagen de Keiko y la de su partido se desplomaran de forma radical, como puede notarse en el fracaso de las últimas elecciones regionales y municipales.

FP podrá intentar echar la culpa a factores externos, pero la realidad es que gran parte de la situación actual es responsabilidad de sus propios miembros. Plantearon un gobierno, más que de oposición, de obstrucción. No pararon hasta lograr la vacancia de PPK. Estrategia que pareció darles un buen rédito en la primera etapa del gobierno, pero que luego se tornó en su contra en la medida en que la desaprobación del Congreso fue subiendo por las interpelaciones a ministros y permanentes críticas al gobierno. Tampoco le sumó el enfrentamiento con la prensa con un conjunto de proyectos de ley, de los cuales el más conocido es la Ley Mulder, y que mostraban de una u otra manera su intención de hacer mella en los medios. Si bien es cierto que la credibilidad de la prensa está en 40%, el 90% de la población considera que la libertad de expresión es fundamental en una democracia. Finalmente, el hecho de que Keiko Fujimori y algunas personas de su entorno estén involucradas en investigaciones por corrupción termina de completar la tormenta perfecta con las consecuencias que todos conocemos.

No es positivo que un partido político con ese nivel de relevancia se encuentre tan disminuido en tan poco tiempo. Esto nos muestra una vez más la debilidad institucional existente en el Perú. Sin embargo, la pregunta de fondo es si FP y su lideresa estarían en una posición distinta si en lugar de la permanente confrontación hubieran optado por buscar consensos y lugares comunes con el Ejecutivo. La respuesta es claramente NO, pero parece que en FP no fueron capaces de poner al país por encima de sus egos, odios y aspiraciones personales. Una reflexión que deberían hacer todos los ciudadanos que aspiran a hacer política en el Perú.