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Motivos no le faltan a Fuerza Popular para querer censurar al presidente del Congreso, Daniel Salaverry, por su método -por decirlo así- de conducir la Mesa Directiva. Las afrentas contra sus compañeros no han sido pocas, algunas veces asertivas y otras un poco exageradas.

Ahora último, el enfrentamiento verbal entre los legisladores Luz Salgado y Alberto de Belaunde propició que la primera le exija a Salaverry una moderación de parte de su colega, quien en la previa había acusado al partido “naranja” de fomentar un pacto de impunidad con el saliente fiscal de la Nación Pedro Chávarry.

Esto conllevó a que la disputa entre dos grupos se transforme en un reclamo -justo o no- de la bancada de Fuerza Popular. Enrostrarle a Salaverry su falta de muñeca para calmar las aguas en el Parlamento originó que este entrase a la pelea.

¿Por qué Salaverry se empeña en vilipendiar a Fuerza Popular, ahora que su lideresa Keiko Fujimori está con prisión preventiva? ¿Qué le lleva al parlamentario liberteño a mantener un distanciamiento remarcado de los “naranjas”? ¿Está pensando más en la tribuna que en su futuro como militante del fujimorismo?

Esta última vergonzosa actitud del Congreso pudo amenguarse si su presidente hubiera logrado bajarle el tono a la confrontación, así como si el parlamentario De Belaunde hubiera sabido guardar el nivel del debate. Parece que estar al aire con transmisión televisiva enciende a varios.

Hacerle apanado al fujimorismo se ha convertido en un deporte nacional. Merezcan o no el trato demoledor de las calles por su accionar confrontacional desde el inicio de este quinquenio no justifica que todo lo que agreda verbalmente a su bancada esté en el camino correcto.

Al final, Salaverry podría superar la trituradora “naranja” de la censura, pero queda claro que está marcando su destino a la fuerza para ser galardonado con una abrupta salida. Eso sí, solo le falta ese detalle para ser retirado en medio de aplausos y cargado en hombros al término de su mandato en la Mesa Directiva.