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Si Fuerza Popular quiere empezar a quitarse la etiqueta de grupo apañador de personajes funestos para nuestra clase política, debería comenzar por soltarle los hilos a la congresista Yesenia Ponce, acusada de falsear información sobre sus estudios escolares.

Lo visto ayer en la Comisión de Ética, a la que acudieron los supuestos profesores de la parlamentaria, hace insostenible que Ponce se mantenga en el cargo como representante de la región Áncash. En condición de testigos, no solo negaron que le hayan enseñado a la legisladora.

En ese sentido, la primera testigo, Estela Ayala Campos, dijo que nunca fue su profesora y, lo que es peor, aseguró que es técnica en enfermería. Esta manifestación rompe la hipótesis de defensa de la integrante de Fuerza Popular, quien por mantener su puesto en un poder del Estado ha declarado inexactitudes.

Si este testimonio no convenció a la bancada “naranja”, ni a su dirigencia, lo que comentó el testigo Manuel Ojeda Campos es más contundente. Esta persona no solo señaló que es totalmente falso que haya sido profesor de Ponce, sino que se desempeña como vendedor de accesorios para mascotas.

Con estos antecedentes, está clarísimo que el registro educativo de Ponce se aleja de la verdad, que el interés de la anterior Comisión de Ética, controlada por Fuerza Popular, era blindarla a como dé lugar. Sin embargo, esta es una oportunidad de oro para cortar por lo sano y no seguir protegiéndola con su mayoría congresal.

Entonces, queda en manos de Ética resolver con hidalguía el futuro de Yesenia Ponce. Pero, más importante todavía, que sea la propia bancada de Fuerza Popular la que marque distancia de una congresista que, tal como lo señalan los testigos, parece caminar contra toda lógica.