Los que éramos jóvenes en los años 50, recordamos nuestros cinematográficos sábados de “coboy” (cow-boy en inglés), con formidables episodios de conflictos, huidas y persecuciones.

Estos recuerdos se nublan cuando sucede que es el Estado el que juega al “coboy” y es Palacio de Gobierno el que simula perseguir al prófugo. Y todo el sistema, Ejecutivo, Legislativo, Judicial y Policial reunidos, se mueve con una pasmosa ineficiencia y permite que se esfume Martín Belaunde Lossio, al galope hacia lejano escondite en Bolivia. ¡Como si no tuviéramos experiencia en materia de fugas de exasesores!

El encierro de MBL en La Paz fue una tranquila pascana. Tiempo suficiente para tramitar su pretendido “refugio”, diseñarse un hábeas corpus, preparar su nueva evasión y ganarse a los vigilantes mediante jugosas propinas. Lo que se “vigilaba” era el momento idóneo para la siguiente fuga…

Y esta se dio, ¡en pijama y sin zapatos! Felizmente sus custodios tenían todo previsto (ropita, calzado y pastillas) en la movilidad del escape al próximo destino. Sería el pueblo de Magdalena, desde donde huir cómodamente a la frondosa Amazonía brasileña.

Pero llegó un más efectivo sheriff a esta “coboyada”: el presidente boliviano Evo Morales. Sus ministros, Policía y Ejército lograron recapturar a nuestro escapista de moda.

¿Fin de la película? ¿Cuántos años de cárcel esperan a un “coboy” con semejante currículum?

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