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Es gracioso ver por estos días a muchos indignados por el indulto a Alberto Fujimori, cuando hace muy poco no tuvieron el menor reparo en ser defensores y hasta ministros de Ollanta Humala, quien desde que entró en política en el año 2005 se hizo famoso como el “Capitán Carlos” por sus andanzas en la base militar de Madre Mía, donde muchos cuerpos fueron a parar al río con un tiro en la cabeza, tal como señalan y ratifican decenas de testigos.

Para empezar, tenemos a la gente de izquierda que en 2006 y 2011 se alió con el antiguo “Capitán Carlos” sin importarle las denuncias en su contra y el “extraño” archivamiento de su caso en el Poder Judicial pese a las evidencias. También pasaron por alto el apoyo que el teniente coronel dio desde Seúl a su hermano Antauro cuando este tomó a balazos la comisaría de Andahuaylas y provocó la muerte de cuatro policías. ¿Y los derechos humanos?

Cada día que pasa aparecen más fosas comunes en los alrededores de la base militar de Madre Mía y también testigos que acusan al propio Humala de haber realizado ejecuciones. Incluso hay evidencias del escandaloso pago a testigos para que el caso sea archivado en la década pasada. Los propios sobornados han admitido haber recibido dinero para cambiar su versión ante el Poder Judicial, pero para la gente de izquierda nada valió. Siguió al lado del “Capitán Carlos”.

Incluso varios de los que hoy cuestionan públicamente el indulto a un sentenciado por asesinato como Alberto Fujimori no tuvieron problema en ser ministros y congresistas del “Capitán Carlos” hasta el final de su gobierno. ¿No hay sangre en la cara? ¿No hay un poco de vergüenza por ahí refundida como para no ser tan caraduras? Si no son capaces de hacer un mea culpa por haber servido a tal personaje, por lo menos permanezcan callados, ¿no?

Los crímenes y los excesos de parte del Estado deben ser condenados con igual energía vengan de donde vengan, se trate de Fujimori o de Humala en su rol de “Capitán Carlos”. Un poco más de coherencia no vendría mal entre los que incluso salen a marchar contra el indulto, pero no dicen nada de su antiguo jefe, a quien decenas de personas acusan de jalar el gatillo de su arma y no de una cuestionada “autoría mediata”.