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Desde que se asomó la primera ventaja de Kuczynski para convertirse en Presidente del Perú, analistas y políticos se volcaron a endilgarle a Fuerza Popular la responsabilidad por el éxito de su gestión. ¿Es esto serio? Es decir, ¿se pide a quienes fueron confrontados -y finalmente, derrotados- que le hagan la tarea a quienes vencieron?

Las condiciones de gobernar con una mayoría congresal opositora eran parte de la ecuación que el elector tuvo ante sí en la segunda vuelta. Esos mismos analistas y políticos reiteraron en los medios que era “peligroso” que el fujimorismo tuviera esa mayoría y que por eso era “conveniente” elegir a alguien con minoría parlamentaria. Bueno, eso sucedió. Y si se suponía que eso era “lo mejor”, entonces los ganadores deben asumir su responsabilidad, con todos los buenos deseos de los ciudadanos de que tengan el mayor éxito.

¿Debe el fujimorismo cargar ahora con la responsabilidad de gobierno? No. Tal responsabilidad recaerá en PPK. Y esto es porque en las democracias se elige. Y el pueblo ha elegido a los ganadores para gobernar y a los perdedores para ser oposición. Lo que no significa ser obstruccionistas, pero sí firmes. Podrán dialogar ambos, pero los términos de referencia de dicho diálogo político hay que construirlos con mucha destreza, dado el estado de guerra que prevaleció en el lenguaje de campaña, pues los apoyos se negocian y es de la negociación política que sale a flote la solución política resultante del consenso que permite la gobernabilidad. No antes.

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