Gareca aguarda por la “Foquita”
Gareca aguarda por la “Foquita”

Ampliar el universo de jugadores, perfeccionar el sistema defensivo hasta hacerlo infranqueable, saber atacar, tener un orden táctico, impulsar un recambio generacional, en fin, varios conceptos pueden integrar la lista de prioridades de lo que querría hacer Ricardo Gareca como objetivo prioritario en esta Copa América y, en general, en adelante, con la selección.

En mi modesta opinión, hay una prioridad deslizada en algunas declaraciones y plasmada en el juego sobre el verde: la fortaleza mental. Gareca ha apostado por una misión más cercana a los esfuerzos de Freud o Jung que de Bielsa o Bilardo; quiere, por sobre todas las cosas, que el jugador peruano confíe en sí mismo, recupere la autoestima, barra sus complejos, deseche con ventilador las inferioridades apabulladas como en un volquete en la tolva de las estadísticas.

Por eso es que ante Brasil, en el minuto 90 y con el empate sellado, mandó a Yordy Reyna y a la “Culebra” Carrillo a atacar con todo al “Scratch” como si de la selección B de Bangladesh se tratara. Por eso es que no quiso ordenar una marca personal a Neymar, bajo el criterio que “nosotros también tenemos jugadores importantes”. Por eso dijo el jueves, apenas terminado el partido con Venezuela, que el de mañana, con Colombia, será un encuentro interesante entre “dos selecciones que proponen” y por eso ha dicho que pondrá al jugador peruano “al límite” para explotar todas sus potencialidades.

Más que a los pies y a lo que pueda salir de ellos, el “Tigre” se fue para arriba, a atacar la azotea, el CPU, el complejo entramado mental en el que conviven el consciente y el inconsciente, donde el jugador peruano debe tener, por algún lado, el gen del buen fútbol extraviado en la noche insondable de los entretiempos. Debe estar, cree Gareca, porque no puede haberse perdido, así nomás, como sugirió Menotti, la magia de los orígenes del “tiqui tiqui” peruano, emblema de Sudamérica, que tan brillantemente plasmaron Cueto, Cubillas, Uribe, Chale, Villanueva, Terry y un largo etc., que sería tedioso completar.

La apuesta es difícil, complicada y, como todo reto, puede dar resultados o no, pero es suya, es la que trajo bajo el brazo como propuesta en un país perdido y desorientado no solo en el mundo futbolístico. Es suya y hay que respetarla, y no la va a cambiar. Los tigres solo retroceden para saltar.

Francisco Cohello

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