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Tienen razón los candidatos y todos aquellos que critican la “genial” idea de Renzo Reggiardo de convocar a un debate con Ricardo Belmont este domingo, en Barrios Altos, en momentos en que sus rivales se presentarán ante los electores de Lima en la segunda parte del debate organizado por el Jurado Nacional de Elecciones (JNE). Es una total falta de respeto a sus contendores, que sí están dispuestos a exponer sus propuestas ante los ciudadanos.

Lo señalo porque Reggiardo ha sido hasta el momento el único postulante, junto con Belmont, que se ha negado a acudir a la convocatoria oficial del JNE para debatir. En otras palabras, este caballero está diciendo a los electores limeños algo así como: “Me niego a ir a la exposición formal organizada por el órgano electoral, pero hago un encuentro propio, a mi gusto y medida, y no me importa que a esa misma hora los demás estén hablándole a los electores”.

Tal parece que Reggiardo se siente muy seguro en el primer lugar que le dan las encuestas y cree que solo debe debatir con quien estaría en la segunda ubicación en las preferencias. Sin embargo, el candidato de Perú Patria Segura debe entender que ni él mismo sabe cómo está en esa ubicación y que en cualquier momento, por estas actitudes soberbias y fuera de lugar como la de exponer a su hija menor de edad, que años atrás fue víctima del ataque de un delincuente, podría desplomarse.

Si Reggiardo es tan “experto” en seguridad ciudadana, debió ser el primero en salir a hablar el domingo pasado para dejar en supuesto ridículo a los demás. De igual forma, si Belmont -quien ha aceptado el debate “paralelo”- ya aprendió a ser un buen alcalde, a diferencia de lo que mostró entre 1990 y 1995, en que nos dejó una ciudad inmunda y desordenada, también pudo optar por valerse de su experiencia y barrer con los demás.

Actitudes como las de Reggiardo y Belmont, quienes solo quieren debatir entre ellos, deberían ser tomadas en cuenta por los electores. Habría que preguntarnos si candidatos que no respetan a sus rivales ni a los votantes, que se creen “especiales” y que además lanzan comentarios sexistas y vulgares, como es el caso del postulante de Perú Libertario, pueden ser buenas autoridades de una ciudad donde muchos hacen lo que les da la gana y se sientan en las normas.