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La campaña por la segunda vuelta es un excelente momento para que tanto Keiko Fujimori como Pedro Pablo Kuczynski expliquen al país cuál es su propuesta de lucha contra la cadena del tráfico ilícito de drogas, que se inicia en los valles cocaleros y termina con la salida de la ilegal mercancía, ya sea por vía marítima, a través de puertos que desde hace mucho deberían estar bajo control, o por el aire, a bordo de avionetas que violan nuestro espacio aéreo.

El narcotráfico es una lacra que lleva décadas enquistada en el Perú, al extremo de que somos el productor “top” de cocaína a nivel mundial. Esto tiene que llevar a los postulantes presidenciales a asumir un gran compromiso de lucha contra este problema, que desde hace mucho se sabe dónde empieza y dónde acaba; en qué zonas opera y bajo qué modalidades; a quiénes involucra y dónde se mueve el dinero que genera. No obstante, el panorama hasta hoy sigue siendo sombrío.

Una muestra de cómo ha ido creciendo el ilícito negocio de las drogas en nuestro país es lo que sucede en el Callao, cerquita nomás, frente a nuestras narices, donde las bandas se enfrentan a balazos y efectúan sus “ajustes de cuentas” por el control del puerto. Hace pocos días un operador portuario fue asesinado de seis tiros por sicarios. Recordemos que esta “narcoguerra” es en gran parte el motivo de que la vecina provincia esté bajo estado de emergencia.

Hace pocos meses se aprobó un proyecto del congresista Carlos Tubino para facultar a la Fuerza Aérea del Perú (FAP) a derribar “narcoavionetas”. Aún no ha sido eliminada una aeronave, pero según Devida, la sola promulgación de esta norma en setiembre del año pasado hizo que el precio de la hoja de coca bajara de 11.8 soles por kilo a 5.94, pues ha desalentado su cultivo. La ley ha tenido una clara carga disuasiva en las cuencas productoras del insumo principal para la cocaína.

Nuestro país necesita acciones decididas para que deje de ser el paraíso de bandas internacionales de la droga, que nos tienen como un importante centro de operaciones. Fujimori y Kuczynski están en el momento ideal para decirnos cuál es su plan para frenar esta lacra, que genera millonarios gastos al Estado, males de salud, daños al ambiente, corrupción, violencia en las calles, muertes y una mala imagen a nivel mundial.