Al estar culminando la tregua en la que podemos llamar “Guerra de los rehenes” es tiempo de aclarar algunos hechos y remover ciertas creencias sobre el territorio y las acciones terroristas de Hamas.
Primero que todo, esta es una guerra provocada por un ataque cobarde y siniestro de los terroristas de Hamas. Lo que ha hechos Israel es defenderse, como siempre lo ha hecho a lo largo de estos 75 años de existencia del moderno Estado de Israel.
No es una guerra de “fuerzas de ocupación”. Hace mucho que Gaza había sido un territorio sin presencia de Israel. Hamas desplazó a Al Fatah del gobierno de esa porción de territorio de la Autoridad Palestina, debilitada y corroída por malos manejos, cediendo ante la ola islamista radical. Lo que ha dominado desde hace casi 30 años en Gaza es la imposición del fundamentalismo islámico autodestructivo, que no tiene misericordia ni siquiera de sus coterráneos.
La guerra de los rehenes es eso, un conflicto que ha madurado usando gente propia y ajena para usarlos como escudos humanos y boletos de canje.
La reclamada “autodeterminación palestina” acabó reducida a un territorio satélite de Irán, estado islámico fundamentalista y autoproclamado enemigo de Israel, que sostiene con sus petrodólares la aventura mortal de Hamas en Gaza y Hizbulah en el sur del Líbano. Tierra de los ayatolahs donde no hay derechos humanos, los disidentes son masacrados y los derechos de la mujer no existen.
Antes de la tregua se evidenció el uso del Hospital Shifa como bastión terrorista, a donde fueron llevados rehenes el día del ataque 07 de octubre. Ahora las intenciones de Irán y Hamas son aprovechar cuanta tregua haya para sobrevivir y quizá huir a Yemén. Pero su final ya está escrito.