En años anteriores, las divisiones al interior de las agrupaciones políticas que, como siempre, son federaciones de independientes y clubes de amigos, solían darse una vez que llegaban al poder. Lo vimos en el gobierno de Alejandro Toledo, en que su bancada se fraccionó en varios grupos, algunos de ellos bastante hostiles al oficialismo. Lo mismo sucedió con Ollanta Humala, en que la facción izquierdista se abrió al poco tiempo. Con Pedro Pablo Kuczynski ni qué decir.

En estas elecciones, las broncas y divisiones han comenzado incluso antes del acto electoral. Lo vemos en Juntos con el Perú, tal como lo contamos en esta edición, en que Yehude Simon, el dueño del partido que se encuentra bajo investigación por presuntos actos de corrupción, ya no quiere saber nada con Verónika Mendoza –en teoría su candidata–, y se ha ido con el profesor radical Pedro Castillo. ¿Así quieren gobernar?

Pero no son los únicos. Los pleitos también están en el otro extremo, en Renovación Popular, que encabeza Rafael López Aliaga, quien terminó desembarcando a su candidata a vicepresidenta, Neldy Mendoza, aunque esta ya no pueda renunciar. El líder del partido también ha cuestionado a algunas candidatas que viven Lima, pero que postulan por distintas regiones sin ni siquiera haber visitado esos lugares una vez.

Otra situación similar la vimos en días pasados en Somos Perú, que postula a la Presidencia a Daniel Salaverry. El partido está dividido en dos por la presencia de Martín Vizcarra como cabeza de lista por Lima. Todo lo mencionado ha sucedido hasta ahora, en semanas previas a las elecciones. ¿Qué pasaría si ganan el Poder Legislativo o colocan representantes en el Congreso? Sin duda, más de lo mismo, más de lo que siempre ha perjudicado la conducción del país.

Habría que ver dónde han quedado las reformas de las que tanto se habló, y que en teoría debían erradicar situaciones en que la informalidad, el acomodo en las listas y los vientres de alquiler son las constantes. No se puede votar por irresponsables que se lanzan a la dura tarea de gobernar el Perú sin equipos sólidos o con traidores en sus propias filas, todo producto del loco afán de llegar al poder como sea, para luego recién ver qué hacen y en quién se apoyan.

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