1). De 278,000 postulantes y 90,000 ingresantes a las 33 universidades chilenas adscritas al examen nacional de suficiencia académica (PSU), entraron 4500 a la carrera de pedagogía (5%). De ellos, 25% superó los 600 puntos (ganando la beca Vocación Docente por destacado desempeño académico) y 75% estuvo por debajo. En otras palabras, solo 1142 (1.3%) de los postulantes con mejores puntajes (de 600 a 800 puntos) irán a educación. Eso muestra las limitaciones de partida de los futuros profesores del alumnado chileno de la próxima generación. Con sus diferencias naturales, la analogía con el Perú y el resto de América Latina es relativamente válida.

2). De los primeros 100 colegios con puntajes promedios más altos, 94 son colegios privados, 4 municipales (estatales, usualmente NSE más bajos) y 2 privados subvencionados (estatales concesionados, usualmente NSE medio) lo que evidencia la alta correlación entre el NSE de los hogares de procedencia y el desempeño escolar. Así, la escuela no logra modificar la segmentación socioeconómica de inicio de las familias del país (al igual que ocurre en toda América Latina, África, Asia, Estados Unidos y los países más pobres de Europa).

Queda pendiente la pregunta de si la PSU, al igual que los SAT, PISA, etc., son buenos evaluadores de la formación integral de las personas y buenos predictores de sus posibilidades futuras. Personalmente pienso que tienen sesgos socioeconómicos y didácticos que debilitan estas pretensiones. Quizá convenga buscar otras fórmulas de evaluación.