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El Gobierno ha probado de todo para darle impulso a la reconstrucción con cambios. Puso al frente a un técnico del sector privado, como Pablo de la Flor. Renunció. Colocó a Edgar Quispe, sin resultados a la vista. Le dieron de baja. Y ahora, Nelson Chui, quien a sus 71 años debe acelerar el proceso.

Los dos primeros son expertos economistas, laureados y conocedores de cómo funciona el Estado. De la Flor estuvo en las negociaciones del TLC con los Estados Unidos y su sucesor fue viceministro de Estado en el sector transporte. De Chui, se sabe que es un político e ingeniero agrónomo que fue presidente regional de Lima-provincias.

El Niño costero se presentó en el norte en marzo del 2017, y en estos dos años también arrasó con dos directores ejecutivos. Dudo mucho que estos funcionarios no hayan puesto ganas en su trabajo o aceptado el cargo por sus penurias económicas. Fue todo un reto el que asumieron. Lamentablemente, ambos fracasaron.

Lo de Chui me parece más un experimento. Si los técnicos no pudieron sacar a flote la reconstrucción, el Gobierno colocó a un político. El hecho de tratar con autoridades tal vez haya sido el motivo por el que la gestión del presidente Martín Vizcarra designó a uno que hable el mismo lenguaje.

Los dos primeros directores ejecutivos tenían más conocimiento técnico que Chui, pero no pudieron articular esfuerzos con las autoridades. En la fotografía con los gobernadores regionales y los alcaldes provinciales y distritales, siempre desentonaban. Se les vio alejados, tal vez por no sintonizar con la manera de hacer política en provincias.

Este cambio de autoridad para la reconstrucción en el Norte es todavía una moneda al aire. Chui podrá tener el lenguaje de los políticos y lucir más campechano que sus antecesores. Pero puede que sea el modelo el que no funcione y no simplemente la persona. Ojalá, entonces, logre acelerar este proceso, que tiene más cambios de funcionarios que de reconstrucción.