Ayer se cumplieron 25 años desde que Hong Kong, la península -1,114 km2 de superficie- más próspera de la región asiática -la pandemia la puso en severa crisis- fuera devuelta por el Reino Unido a la República Popular China luego de una posesión colonial de cerca de 150 años. No se ha visto el festín del pasado con fuegos artificiales de los habitantes hongkoneses que llegan a los 8 millones. Revisando mis fichas sobre esta ciudad explosivamente adelantada en el mundo financiero asiático, llena de rascacielos, el último registro de una multitud en la emblemática Plaza Victoria fue en 2019, antes de la pandemia, cuando cerca de medio millón de personas, mayoritariamente jóvenes, salieron a las calles para exigir democracia al gobierno de Beijing. Siempre he dicho que exigir a toda China el ejercicio de la democracia es un despropósito, pero coadyuvar desde esta columna por su plena vigencia en Hong Kong, es un deber académico irrenunciable. La ceremonia de ayer estuvo dominada por la presencia del presidente Xi Jinping y la juramentación del nuevo jefe de gobierno, John Lee, para los próximos 5 años. Aunque el mandatario chino ha reiterado la vigencia del principio “Un país y dos sistemas” que fuera acordado y prometido a Londres precisamente para consumar la devolución de Hong Kong, hay quienes cuestionan de que se esté cumpliendo cabalmente. Es verdad que los habitantes de Hong Kong cuentan con más libertades que en otras partes del país, pero pareciera que se sienten incompletos e insatisfechos por no contarlas plenamente. La particular vigencia de Hong Kong con el referido famoso principio fue una creación de Deng Xiaoping, el líder chino que desde una visión realista acuñó la prosperidad de una China a finales del siglo XX con la célebre frase “no importa que el gato sea blanco o negro, mientras pueda cazar ratones, es un buen gato”. Y ya sabemos cómo le ha ido a China en los últimos años, una de las economías más prósperas y solventes del planeta mostrando un impresionante y exitoso despliegue capitalista aunado por la estratégica iniciativa de la franja y la ruta. Hong Kong tiene el estatus de región administrativa especial con un régimen aduanero y comercial enteramente capitalista, y siendo una meca financiera de primer orden, debe ser preservada ad infinitum en libertad y democracia.