Nuestro país se encuentra inmenso en una gravísima crisis sanitaria y económica, por lo que es de esperarse que hoy el gabinete que encabeza Walter Martos reciba el voto de confianza de parte de un Congreso plagado de impresentables y pillos que parecen no estar a la altura de la situación que atraviesa un Perú que ha perdido cerca de 47 mil personas desde fines de marzo. No estamos para cálculos políticos ni económicos.

En los meses que vienen, ante todo, hay que salvar vidas. En medio de este drama que se lleva en promedio a 200 peruanos todos los días, las cargas ideológicas de aquellos que piden una nueva Constitución mientras la gente se está muriendo, los intereses de los que cuidan el bolsillo de los dueños de sus partidos y las propuestas de quienes no entienden nada de economía y quieren que se devuelvan los aportes a la Oficina de Normalización Previsional (ONP), deben quedar de lado. Llevamos tres semanas sin un Poder Ejecutivo completo y ratificado. Se necesita trabajar, hacer gestión.

Es casi seguro que los izquierdistas de Frente Amplio y los seguidores del asesino de Antauro Humala voten en contra. Es comprensible. Es su forma de hacer política y de mantenerse vigentes sin dar mayores aportes que el populismo barato. Sin embargo, se espera que las otras fuerzas piensen por esta vez en los que están agonizando en las puertas de los hospitales y permitan que el imperfecto Poder Ejecutivo corrija los rumbos del pasado y se ponga a solucionar la crisis que atravesamos.

Queda claro que el gobierno ha fallado en muchas cosas al momento de hacer frente a la pandemia. También hay escándalos como el de Richard “Swing” y el de los amigos “raqueteros” del presidente Martín Vizcarra. La elección de Pedro Cateriano para el cargo de premier fue un error. Casos como el de las tablets y el de los parientes de la ministra María Antonieta Alva deben ser esclarecidos, pero hoy, en agosto de 2020, lo primero es salvar vidas y apuntalar la economía.

Un Poder Legislativo medianamente responsable, no puede dejar de mirar lo que pasa en las calles. La ideología, la amenaza y la vocación obstruccionista deben quedar de lado. ¿O creen que la gente quiere de acá a julio una nueva Constitución o que se reabran las universidades de José Luna? Al Congreso no se va a medir fuerzas ni a poner en marcha la agenda personal, partidaria o la que manda el bolsillo, sino a sumar esfuerzos para el bienestar de la gente. Háganlo hoy.