Durante el homenaje al fallecido congresista Fernando Herrera, el presidente Pedro Castillo pidió diálogo entre poderes del Estado y “no permanecer en la zozobra”. Las palabras están allí y enfatizan un mensaje poderoso para sacar adelante el país entre todos.
Sin embargo, la realidad parece seguir otro camino. Es que por un lado, el jefe de Estado pide consenso y calma, pero por otro hace anuncios extremistas que generan preocupación, inestabilidad y división entre los peruanos. El pedido al Congreso para que trabaje una ley sobre la nacionalización de Camisea es un claro ejemplo de la incoherencia en su gestión.
Está claro que los “buenos propósitos” de unidad y trabajo en común de Pedro Castillo corren el riesgo de quedar reducidos solo a la retórica presidencial, con su secuela de decepción y descreimiento que ello acarrea. Sin embargo, lo peor es que espante a los inversionistas y genere más incertidumbre, como ayer que todo se reflejó en la subida del precio del dólar.
La imprudencia del mandatario, al asumir las banderas más extremistas de la izquierda, también produce una seria contradicción con el discurso de la presidenta del Consejo de Ministros, Mirtha Vásquez, y del ministro de Economía, Pedro Francke, quienes piden tener confianza a los principales agentes económicos en el país.