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Poco después de que una encuesta de Ipsos Perú señale que la mayoría de peruanos está de acuerdo con las reformas planteadas por el Gobierno, como la no reelección de congresistas y el retorno a la bicameralidad, entre otras, la lideresa de Fuerza Popular, Keiko Fujimori, dijo que estas son populistas y que no se corresponden con las necesidades del país.

La excandidata presidencial parece haberse jugado el todo por el todo a cualquier precio. La percepción es que se dedica a manejar su poder con miras a las próximas elecciones.

En tanto, el presidente Martín Vizcarra hizo un llamado a los peruanos para que respalden el referéndum en esta lucha contra la corrupción.

Es evidente que la voz de Keiko Fujimori es la de la mayoría del Congreso y que nuevamente habrá un enfrentamiento de poderes. En esta coyuntura, habrá por enésima vez un problema de incompatibilidad de objetivos para superar la crisis moral, política y social por la que atraviesa el país.

La frecuente intolerancia de la oposición está marcando la vida política del Perú. En vez de concertar, desconcierta. No tiene voluntad ni capacidad para pasar de un foco de confrontación a uno de acción colectiva a fin de rescatar lo más beneficioso para la población.

Aunque es cierto que las reformas no transformarán al país de un día para otro, ni resuelven de inmediato los grandes problemas nacionales irresueltos durante tantos gobiernos, lo más importante es que dan un nuevo impulso para salir de esta crisis.