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El reciente Comunicado Oficial (CO) 050-17 (07/12/17) de la Cancillería sobre la situación de Jerusalén, luego de la decisión de Donald Trump de reconocerla como capital de Israel, llama la atención por enunciar lo que no debe y por no enunciar lo que esperábamos. A ningún país del mundo se le habría ocurrido decir a la luz de la referida decisión unilateral que por si acaso “…mantendrá su Embajada en Tel Aviv…”, porque TODOS entendieron en su momento el pedido sensato de la ONU en 1980 -pegado al derecho internacional- de retirar sus misiones diplomáticas de Jerusalén y trasladarlas a Tel Aviv hasta que se concreten exitosamente las negociaciones, en el marco de las resoluciones 181 y 242 de la propia ONU, de 1947 y 1980, respectivamente. Se trata de un párrafo que activa y alerta lo que a nadie se le ocurre, pues no ha habido ninguna corriente internacional para retornar las embajadas a Jerusalén. Más bien, debimos por lo menos expresar preocupación por la determinación de EE.UU., que es contraria a la tradición de la política exterior del Perú en este tema, es decir, que cualquier asunto relativo a Jerusalén debe realizarse dentro de las referidas resoluciones de la ONU.

Si el eminente Alberto Ulloa Sotomayor, el mayor internacionalista peruano, que presidió la delegación peruana en la votación de la Resolución 181 de la ONU o el embajador Arturo García Salazar, excanciller peruano (1918-1919), que integró la Comisión de Alto Nivel de la ONU para el asunto de Palestina, y que defendieron que cualquier negociación se haría desde la propia ONU, estuvieran vivos en esta coyuntura y leyeran el comunicado, morirían de infarto por no emitirse un pronunciamiento consistente con la histórica posición peruana. ¿Por qué razón sí calificamos a Corea del Norte -CO 049 - 17 del 28/11/17- expresando nuestra “…más enérgica condena ante un nuevo lanzamiento de un misil balístico… en reiterada violación del derecho internacional… que pone en peligro la paz y seguridad internacional”? Trump altera la paz en Medio Oriente. Política exterior peruana incongruente.